Al Verbo co-eterno con el Padre y el Espíritu, nacido por nuestra salvación de una Virgen, oh fieles, adoremos y alabemos, porque él quiso ser levantado en la Cruz en la carne, y padecer la muerte, y levantar a los muertos por su gloriosa Resurrección.
Al infierno, Salvador mío, descendiste y quebrantaste sus puertas, siendo Todopoderoso. Y levantaste contigo a los muertos, siendo Creador, y destruiste el aguijón de la muerte. Adán también ha sido libertado de la maldición, oh Amante de los hombres, y por tanto clamamos: oh Señor, sálvanos.
Hoy es el preludio de la buena voluntad de Dios y la proclamación de la salvación de los hombres. La Virgen se presenta en el templo de Dios, y con anticipación proclama a Cristo a todos. A ella clamemos con gran voz: ¡Alégrate, tú el cumplimiento de la dispensación del Creador!
El purismo Templo del Salvador, la preciosa Cámara Nupcial y Virgen, el sagrado tesoro de la gloria de Dios, es presentada en este día en la casa del Señor, brindando con ella la gracia del Espíritu Divino. A ella los ángeles de Dios cantan alabanza: Ella es en verdad el Tabernáculo celestial.