Hermanos y hermanas:
El inicio de la cuaresma: Es un tiempo de arrepentimiento y perdón, gracias a Dios por esta oportunidad, es verdad que Dios es misericordioso, pero debemos de observar nuestra vida personal y tratar de cambiar si es que hay algo que no está de acuerdo a las enseñanzas cristinas, es decir a los preceptos evangélicos; nuestro Señor Jesucristo dio la vida por nosotros y no dudó del mandato de Dios, al que llama Padre, el cual fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Ese es el ejemplo más gran de nuestro Salvador Jesucristo; el tiempo de cuaresma es símbolo de penitencia y señal sensible, aflicción y dolor por nuestra vida de pecado, el no querer reconocer nuestras faltas que es precisamente lo que nos separa de Dios, nos hace ser hombres y mujeres extraviados y en una constante búsqueda de la felicidad fuera de uno mismo, nuestro corazón de impenitentes nos hace estar apegados a la tierra y eso nos separa de Dios.
El corazón de los justos está puesto en el cielo y en la esperanza de la vida eterna, la salvación de nuestra alma, al llegar a estos días pidamos al Señor nos conceda la gracia de que entremos en la solemnidad sagrada del ayuno y la oración, con la piedad que debemos llegar a ella, y que nos sostenga con una devoción imperturbable y junto a la Iglesia que nos va indicando por medio de la disciplina, oración y ayuno.
Empecemos, hermanos este tiempo de combates y de victorias para el cristiano, por medio de las armas del ayuno de cuarenta días establecidos por la Iglesia, los invito a cumplir y observar piadosamente y responsablemente para la salvación personal, jamás debemos de desesperarnos, porque siempre se halla al Señor dispuesto a perdonar, si tenemos una conversación perfecta con Él y de todo corazón.
Con Amor en Cristo
+ Alejo
Arzobispo de la Ciudad de México