Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
23 de Febrero

  • Hieromártir Policarpo, Obispo de Esmirna.
  • Venerable Policarpo de Briansk.
  • Venerables Juan, Antíoco, Moisés, Zebinas, Policronio, Moisés, y Damián. Ascetas de los Desiertos de Siria.
  • Venerable Alejandro, fundador del Monasterio de los “No Durmientes”
  • Venerable Damián de Esfingmenu (Monte Atos)
  • Monje Mártir Damián de Filoteu (Monte Atos -1280)
  • Monje Mártir Damián de Filoteu (Monte Atos -1568)

Hieromártir Policarpo, Obispo de Esmirna

San Policarpo, Obispo de Esmirna, quien “dio frutos en toda obra buena” (Colosenses 1:10), nació en el Siglo I, y vivió en Esmirna en Asia Menor. Quedo huérfano  a temprana edad, pero bajo la dirección de un ángel, fue criado por la piadosa viuda Calixta.  Después de la muerte de su madre adoptiva, Policarpo regaló todas sus pertenencias y comenzó a vivir una vida casta, cuidando a los enfermos y necesitados. Tenía una gran afecto y era muy cercano a San Bucolo, Obispo de Esmirna (6 de Febrero), quien ordenó a Policarpo como diácono, confiándole el predicar la Palabra de Dios en la iglesia. También lo ordenó al santo sacerdocio.


En aquel tiempo el santo Apóstol Juan el Teólogo aún seguía con vida. San Policarpo era especialmente cercano a San Juan, y a veces lo acompañaba en sus viajes apostólicos.


Poco antes de su muerte, San Bucolo expresó su deseo de que San Policarpo fuera hecho Obispo de Esmirna. Cuando San Policarpo fue consagrado como obispo, se le apareció el Señor Jesucristo. San Policarpo guio a su rebaño con celo apostólico, y era muy amado por el clero. San Ignacio Teóforo de Antioquía (20 de Diciembre) también le tenía gran estima. Habiendo partido a Roma donde le esperaba la ejecución, le escribió a Policarpo, “Esta era te necesita si ha de alcanzar a Dios, así como los pilotos necesitan viento, y los marinos azotados por la tempestad necesitan un puerto.”
El emperador Marco Aurelio (161-180) llegó al trono de Roma y comenzó una ferocísima persecución en contra de los cristianos. Los paganos le demandaron al juez que buscaran a San Policarpo, “el padre de todos los cristianos” y “seductor de toda Asia.”


Durante ese tiempo, San Policarpo, ante las persistentes peticiones de su rebaño, se quedó en un pequeño pueblo no muy lejos de Esmirna. Cuando los soldados llegaron por él, salió y los invitó a comer. Les pidió tiempo para orar, y así prepararse para el martirio. Su sufrimiento y muerte están registradas en la “Epístola a los cristianos de la Iglesia de Esmirna a las otras Iglesias,” uno de los memoriales más antiguos de la literatura cristiana.


Cuando fue llevado ante el tribunal, San Policarpo firmemente confesó su fe en Cristo, y fue condenado a ser quemado vivo. Los verdugos querían clavarlo a un poste, pero él les dijo que Dios le daría la fuerza para soportar las flamas, así que solo lo tendrían que atar con cuerdas. Las flamas rodearon al santo pero no lo tocaban, subiendo sobre su cabeza en forma de bóveda. Viendo que el fuego no lo dañaba, los paganos lo acuchillaron con una dada. Salió tanta sangre de la herida que  extinguió las flamas. Entonces el cuerpo del Hieromártir fue cremado. Los cristianos de Esmirna reverentemente juntaron los restos de sus santas reliquias, y cada año celebraban el día de su martirio.


Un relato acerca de Poliarpo ha sido preservado por su discípulo, San Irineo de Lyon, a quien Eusebio cita en su Historia de la Iglesia (V 20):
San escribió a su amigo Florino “Yo era aún muy joven cuando vi en Asia Menor a Policarpo, pero aun así sería capaz de señalar el lugar donde el bendito Policarpo se sentaba y conversaba, y sería capaz también de describir su caminar, sus maneras en la vida, su apariencia exterior, como le hablaba a la gente,  su compañerismo al deambular con Juan, y como el mismo relató, junto con otros testigos del Señor, aquellas cosas que recordaba de las palabras de otros. También habló de las cosas que escuchó de ellos acerca del Señor, sus enseñanzas y milagros…
Por la misericordia de Dios conmigo, escuché entonces atentamente a Policarpo y escribí sus palabras, no en tablillas, sino en lo profundo de mi corazón. Y es por eso que soy capaz de dar testimonio ante Dios, que si este bendito y apostólico Anciano escuchará algo similar a tu falacia, inmediatamente cerraría sus oídos y expresaría su indignación con su frase usual: ¡Buen Dios! ¡Que me has permitido vivir en tal tiempo!


Durante su vida el santo obispo escribió varias Epístolas a su rebaño, asó como cartas a diferentes individuos. La única que sobrevive hasta este tiempo es su Epístola a los Filipenses que, como San Jerónimo testifica, era leída en las iglesias de Asia Menor durante los servicios divinos. Esta fue escrita por el santo en respuesta a la petición de los Filipenses para que les enviara algunas cartas del Hieromártir Ignacio (20 de Diciembre) que San Policarpo tenía en su posesión.

 

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