Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
15 de Febrero

  • San Onésimo, Apóstol de los Setenta.
  • Venerable Pafnucio, Recluso de las Cuevas de Kiev (Cuevas Lejanas)
  • Venerable Pafnucio y su hija, Venerable Eufrosina, de Alejandría.
  • Venerable Eusebio, Ermitaño, de Siria.
San Onésimo, Apóstol de los Setenta

San Onésimo, Apóstol de los Setenta fue en su juventud un siervo de Filemón, un cristiano de linaje distinguido que vivía en la ciudad de Colosas, en Frigia. Siendo culpable de una ofensa en contra de su amo y teniendo temor, San Onésimo huyó a Roma, pero siendo un esclavo fugitivo, terminó en prisión. Dentro de la prisión, se encontró con el Apóstol Pablo, fue iluminado por él, y fue bautizado.


En la prisión, San Onésimo sirvió al Apóstol Pablo como si fuese su hijo. San Pablo conocía personalmente a Filemón, y le escribió una carta llena de cariño, pidiéndole que perdonara al esclavo fugitivo y que lo aceptara como un hermano. Envió a San Onésimo con la carta a su amo, privándose el mismo de ayuda, la cual en realmente necesitaba.
Después de recibir la carta, San Filemón no solo perdonó a Onésimo, sino que lo envió de vuelta a Roma con el apóstol. San Filemón fue posteriormente consagrado obispo de la ciudad de Gaza (4 de Enero, 19 de Febrero, y 22 de Noviembre).


Después de la muerte del Apóstol Pablo, San Onésimo sirvió a los apóstoles hasta su final, y fue hecho obispo. Después de la muerte de los santos apóstoles, él predico el Evangelio en muchos lugares y ciudades: en España, Carpetania, Colosas, Patras. En su edad avanzada, San Onésimo ocupó el trono episcopal de Éfeso, después del Apóstol Timoteo. Cuando llevaron a San Ignacio Teóforo (20 de Diciembre) a Roma para ser ejecutado, el Obispo Onésimo fue a visitarlo junto con otros cristianos, como San Ignacio lo menciona en su Epístola a los Efesios.


Durante el reinado del emperador Trajano (89-117), San Onésimo fue arrestado y llevado al tribunal ante el eparca Tertilus. El cual mantuvo en prisión al santo por dieciocho días, y después lo envió a la prisión de la ciudad de Puteoli. Después de algún tiempo, el eparca envió por el prisionero, y convencido de que San Onésimo mantenía su fe en Cristo, mandó que fuera lapidado, y después decapitaron al santo con la espada. Cierta mujer ilustre tomó el cuerpo del mártir y lo colocó en un féretro de plata. Esto ocurrió en el año 109.

 

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