Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
4 de Febrero

  • Venerable Isidoro de Pelusio
  • Justo Jorge, Gran Príncipe de Vladimir
  • Venerable Cirilo, Abad y Milagroso de Novoezérsk
  • Venerable Abraham y Coprio, de Pechenega
  • Mártir Jadorus
  • Hieromártir Abramio, Obispo de Arbela en Asiria
  • Venerable Nicolás el Confesor, Abad de Estudion
Venerable Isidoro de Pelusio

San Isidoro de Pelusio vivió durante los siglos IV y V. Era oriundo de Alejandría, y fue criado entre cristianos piadosos. Era pariente de Teófilo, Arzobispo de Alejandría, y de su sucesor, San Cirilo (18 de Enero). Cuando aún era joven, abandonó el mundo y se retiró a Egipto al Monte Pelusio, el cual se convirtió en el lugar de sus esfuerzos monásticos.
La sabiduría espiritual y el estricto ascetismo de San Isidoro,  combinados con su amplia instrucción y conocimiento innato del alma humana, le permitieron ganarse el respeto y amor de sus compañeros monjes en un tiempo breve. Lo eligieron como su líder y lo hicieron ordenar sacerdote (Sin embargo, los primeros registros de su vida, no dicen que fuese un higúmeno).  
Siguiendo el ejemplo de San Juan Crisóstomo, a quien había podido ver durante un viaje a Constantinopla, San Isidoro se dedicó primordialmente a la predica cristiana, esa “sabiduría práctica” que, en sus propia palabras, es tanto “la fundación del edificio como el edificio mismo”, mientras la lógica es “su embellecimiento, y la contemplación su corona.”
Él era un maestro y voluntariamente daba consejo a cualquiera que se acercara a él para motivación espiritual, ya fuese un hombre simple, un dignatario, un obispo, del Patriarca de Alejandría, o incluso el emperador. Dejó a su paso, cerca de 10,000 cartas, de las cuales, 2,090 han sobrevivido. Una gran parte de estas cartas revelan un profundo pensamiento teológico y contienen interpretaciones moralmente edificadores de las Santas Escrituras. San Focio (6 de Febrero) se refirió a Isidoro un modelo de vida sacerdotal y ascética, y también un maestro de refinamiento.
El amor de San Isidoro por San Juan Crisóstomo resultó en su apoyo a San Juan cuando este era perseguido por la emperatriz Eudoxia y el Arzobispo Teófilo. Después de la muerte de San Juan, San Isidoro persuadió al sucesor de Teófilo, San Cirilo para que registrara el nombre de San Juan Crisóstomo en los dípticos de la Iglesia como un confesor. A través de la iniciativa de San Isidoro, el Tercer Concilio Ecuménico se reunió en Éfeso (431),  en el cual fue condenada la falsa enseñanza de Nestorio concerniente a Jesucristo.
San Isidoro vivió hasta una avanzada edad y murió cerca del año 436. Evagrio (Siglo VI), un historiador de la Iglesia, escribió acerca de Isidoro, “su vida, les parecía a todos la de un ángel sobre la tierra.” Otro historiador, Nicéforo Calisto (Siglo IX), alabó a San Isidoro diciendo de él, “Era un vital e inspirado pilar de las reglas monásticas y la visión divina, y como tal representaba una imagen excelsa y ferventísimo ejemplo de la enseñanza espiritual.”

 

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