Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
/ Santoral / Julio / 1° de Julio
1 de Julio

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SAN COSME Y SAN DAMIÁN


Los Santos Mártires, Milagrosos y Médicos Inmercenarios Cosme y Damián nacieron en Roma, siendo hermanos de nacimiento, y médicos de profesión. Sufrieron en Roma durante el reinado del emperador Carino (283-284). Instruidos por sus padres en la vida piadosa,  llevaban una vida estricta y casta, y les fue otorgado por Dios el don de sanar a los enfermos. Por su generosidad y amabilidad excepcional a todos, los hermanos convirtieron muchos a Cristo. Los hermanos decían al enfermo: "No curamos por nuestro propio poder, sino por el poder de Cristo, el Dios verdadero. Crean en Él, y ser sanados." Debido a que no aceptaban ningún pago por su tratamiento a los enfermos, los santos hermanos fueron llamados "médicos inmercenarios (Anarguíroy en griego)".


Su vida de servicio activo y de gran influencia espiritual sobre la gente a su alrededor llevó a muchos en la Iglesia, llamando así  la atención de las autoridades romanas. Fueron enviados soldados a capturar a los hermanos. Habiendo oído esto, los cristianos locales convencieron a San Cosme y San Damián de ocultarse por algún tiempo hasta que pudieran ayudarlos a escapar. Incapaces de encontrar a los hermanos, los soldados arrestaron en su lugar a otros cristianos de la zona donde vivían los santos. Por eso San Cosme y San Damián salieron de su escondite y se entregaron a los soldados, pidiéndoles que liberaran a quienes habían sido detenidos por su causa.

En Roma, los santos fueron encarcelados y sometidos a juicio. Ante el emperador romano y el juez, profesaron abiertamente su fe en Cristo Dios, que vino al mundo para salvar a la humanidad y redimir al mundo de pecado, y decididamente se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Dijeron: "No hemos hecho mal a nadie, no estamos involucrados con la magia o la brujería de la que nos acusan. Tratamos a los enfermos por el poder de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no tomamos ninguna pago por prestar ayuda a los enfermos, porque el Señor mandó a sus discípulos: " Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar" (Mt 10, 8).

Sin embargo, el emperador continuó con sus demandas. A través de la oración de los santos hermanos, infundida con el poder de la gracia, Dios de repente cegó a Carino, para que él también pudiera experimentar el poder omnipotente de Dios, quien no perdona la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31). La gente, al ver este milagro, exclamó: "¡Grande es el Dios cristiano! No hay otro Dios sino Él!" Muchos de los que creyeron suplicaron a los santos hermanos para curar al emperador, y el emperados mismo les imploró, con la promesa de convertirse al verdadero Dios, Cristo Salvador, por lo que los santos lo sanaron. Después de esto, San Cosme y San Damián fueron honorablemente liberados, y una vez más se pusieron a curar a los enfermos.

Pero lo que el odio de los paganos y la ferocidad de las autoridades romanas no pudieron hacer, se llevó a cabo por la envidia, una de las más fuertes pasiones de la pecadora naturaleza humana. Un médico más viejo, un instructor, del cual los santos hermanos habían estudiado el arte de la medicina, se volvió envidioso la fama de los santos. Llevado a la locura por la malicia, y superado por la envidia apasionada, llamó a los dos hermanos, que anteriormente fueron sus alumnos más queridos, proponiéndoles que fueran juntos a fin de recoger diversas hierbas medicinales. Yendo lejos en las montañas, los asesinó y arrojó sus cuerpos a un río.

Así, estos santos hermanos, los Inmercenarios (Anarguíroy) Médicos Cosme y Damián, terminado su existencia terrenal como mártires. A pesar de que habían dedicado su vida al servicio cristiano del prójimo, y habían escapado de la espada romana y la prisión, fueron asesinados a traición por su maestro.

El Señor glorifica a los que agradan a Dios. Ahora, a través de las oraciones de los santos mártires Cosme y Damián, Dios concede la curación a todos los que con fe recurren a su intercesión celestial.

El Inmercenarios San Cosme y San Damián de Roma no se debe confundir con los Inmercenarios San Cosme y San Damián de Asia Menor (01 de noviembre), o San Cosme y San Damián Inmercenarios de Arabia (17 de octubre).




SAN POTITO


El Santo Mártir Potito sufrió bajo el emperador Antonino Pío (que reinó entre 138-161). Habiéndose familiarizado con las enseñanzas cristianas, el joven Potito creyó en el Dios verdadero y acepto el santo bautismo a los trece años de edad. Cuando se enteró de esto, su padre pagano se enojó mucho e intentó, primeramente con palabras cariñosas, y luego con amenazas para disuadir a su hijo de su fe en Cristo Salvador, pero sus esfuerzos fueron en vano. Impresionado por la firmeza de la fe del joven, el padre también llegó a creer en el Hijo de Dios y se convirtió al cristianismo.

San Potito viajó por muchos lugares predicando acerca de Cristo, y por el poder de Dios obró milagros maravillosos.

En la región de Epiro, vivía la mujer ilustre Kiriaki, esposa de un senador, que padecía de lepra. Habiendo oído de San Potito,  lo llamó y le pidió que la sanara. El santo declaró que si ella creía en Cristo, ella sería sanada. La mujer aceptó el santo bautismo de inmediato se recuperó. Al ver tal milagro, su esposo y toda su familia creyeron en Cristo y fueron bautizados también.

Después de esto, el santo se estableció en el Monte Garganus y vivió en soledad, entre los animales. Fue encontrado allí por los siervos del emperador Antonino, cuya hija estaba poseída por un demonio. A través de los labios de la doncella, el demonio decía que solo iba a salir de ella si Potito viniere. Entonces llevaron al santo joven al emperador, y por las oraciones de San Potito el demonio dejó a la niña. Pero el emperador, en lugar de ser agradecido, trató al santo con una crueldad inhumana. Por su confesión firme de la fe en Cristo Salvador, y por su negativa a ofrecer sacrificios a los dioses paganos, a quien el emperador atribuía la curación de su hija, ordenó que lengua del santo fuera arrancada, y que fuera cegado. Después de una larga tortura, San Potito fue finalmente decapitado.

 

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